Por Anahí Martínez González, Estudiante del 4° Ciencias de la Educación
De la pila de libros prestados de la biblioteca hemos pasado a Kb, Mb o Gb de documentos de consulta digitalizados. La biblioteca ya no está tan lejos de casa, su "virtualización" nos permite tener acceso a una pila inmensa de información a solo un clic de distancia.
Pero la tecnología no ofrece tan solo material de lectura. La repuesta a la pregunta "¿Cómo lo hago?", fácilmente podemos encontrarla a través de tutoriales que no solo indican, sino muestran paso a paso cómo puedo resolver ciertos problemas: cómo instalar un sistema operativo, cómo coser con una overlock, cómo cambiar filtros, cómo realizar vídeos y editarlos, entre otras muchas cosas.
El abanico de posibilidades que tenemos a nuestra disposición es impresionante, pero ¿qué pasa cuando no sabemos sacar provecho de lo que tenemos o podemos encontrar? Hoy por hoy, resulta difícil darle la espalda a las TIC, ya que la sociedad va avanzando a medida que ésta avanza; de esta manera, podría decirse que el hecho de no tener acceso a ella puede traducirse como un aislamiento.
El investigador del siglo XXI tiene muchas ventajas frente a los investigadores de los siglos pasados. Tanto la información como el acceso a ella eran limitados, solo unos pocos podían gozar de los nuevos conocimientos, y como la difusión tampoco era muy ágil, los hallazgos y avances llegaban a manos de los estudiosos de otros continentes mucho tiempo después de que habían sido primicias.
En el ámbito educativo la actualización permanente del docente investigador es un requisito indispensable dentro de la nueva sociedad de la información y el conocimiento. Éste debe ser capaz, no solo de manejar las herramientas tecnológicas a su disposición, sino de despertar el interés de sus estudiantes para hallar nuevas formas de aprender a aprender.
Es un hecho que los jóvenes están expuestos a una cantidad inmensa de información, y como no toda es útil, el profesor como facilitador debe guiarlos en la tarea de clasificar y discriminar la información, filtrando la que puede enriquecer el conocimiento y descartando aquella que no.
Finalmente, uno de los cambios más interesantes y enriquecedores que se ha producido dentro de la sala clases gracias a la inclusión de las nuevas tecnologías posiblemente sea la versatilidad de las interacciones y los roles de los alumnos y docentes. Ya no se trata de una jerarquía donde el maestro sabe más que el alumno, sino que se trata de una relación sinérgica en la que ambas figuras se complementan y aprenden cooperativamente.
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